Ahí va una reflexión. Creo que es más peliaguda que las kakitas de los perros, que ya saldrá en su momento.
Ahí va!! La cartera ¡!
Tengo una hija de 9 años a la que llevo todos los días al colegio. A diario, cuando cojo la cartera cada mañana, mascullo entre dientes algo ininteligible (hay niños escuchando). No es que me acuerde de la factura de los libros, del material escolar, del chándal y demás. Confío en que el esfuerzo merezca la pena y se verá recompensado en un futuro. Tampoco me acuerdo de las becas no concedidas. Sin comentarios.
El malestar diario, a veces cabreo, lo provoca el peso de la cartera. Ocho kilos y doscientos gramos de material escolar que tiene que trasportar una niña, en este caso de 9 años. Y agradecido que, con 42 Kgrs, no es de las pequeñas. Me parece salvaje y no imagino la alegría con que los niños que portan mayor peso o tienen menos cuerpo llegan todos los días al colegio. En el caso de mi hija y tantos otros compañeros, sube con el paquetito a pulso hasta un 2º piso.
Sabemos que es un tópico decir que en España se piensa bien pero se piensa tarde. Igual que quejarnos a posteriori de hechos que difícilmente tienen marcha atrás. En este caso, el malestar no lo pongo de manifiesto en Septiembre, cuando ya no hay tiempo de reacción, el curso está planificado, los libros están comprados y cualquier apunte al respecto cae en saco roto. Protesto en Marzo, antes de la Semana Santa. Seis meses antes del comienzo del curso 2010-2011, por si fuera cuestión de tiempo. Y protesto con motivos, porque también he sido estudiante muchos años y no estaba sometido a ese esfuerzo desproporcionado todos los días.
El tema no es nuevo. De hecho ya aburre. La indignación se produce porque nadie mueve un dedo para remediar un problema futuro, no un inconveniente presente. Dicen los expertos que los niños no deberían de soportar más de un 10% de su peso corporal. En el caso que conozco, soporta un 20%. Me consta que hay niños que pueden llegar a llevar hasta un 30% de su peso al colegio (calcula el 30% de tu peso, imagínate cargando con ello, llévalo al trabajo y súbelo a un 2º piso todos los días; al final de la jornada bájalo y vuelve a casa).
Me cuesta creer que a nadie se le haya ocurrido un sistema para eliminar este “pequeño inconveniente”. Más bien parece que no existe motivación suficiente para hacerlo. Parece que hay demasiados actores en esta tragicomedia. Es tan sencillo como una carpeta de anillas, con libretos parciales de cada asignatura que se puedan intercambiar semanal/mensualmente. Es una idea, pero seguro que hay más y mucho más eficaces y rentables.
Si estuviéramos en los EE.UU., donde la beligerancia de los abogados es casi paranoide, seguro que este tema sería objeto de pleitos multitudinarios. No en el presente, sino en un futuro próximo, cuando esos niños lleguen a la pubertad y/o adolescencia y tengan dolores de espalda crónicos. Como estamos en España, la causa será que mi hija llevaba en la mochila más peso del normal porque acostumbra a llevar una botella de agua de 0,33 l, que si mal no recuerdo, pesa 330 gramos.
¿Responsabilidad Civil futura del colegio? ¿Del Estado? Si, pero los problemas los padecerán nuestros hijos mientras que nosotros, los padres, estamos mirando.
Saludos, Javi
Pues yo creo que no es para tanto. Así los chicos se hacen más fuertes y si no salen buenos estudiantes siempre podrán ser porteadores...
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