Heroínas de la pandemia: el trabajo de las enfermeras de Valdemoro



El 12 de mayo se celebró el ‘Día Internacional de la Enfermería’, una jornada que cobró especial valor tras más de un año de pandemia: fueron de vital importancia durante los peores meses de la pandemia, y siguen siendo fundamentales hoy ayudando a conseguir el fin del virus. Con las vacunas, las enfermeras y enfermeros de este país no solo introducen linfocitos para inmunizarnos contra la covid-19, también nos inyectan esperanza para superar esta crisis sanitaria.

Gema Casamayor, responsable de Enfermería en el hospital Infanta Elena de Valdemoro.

Gema lleva 25 años trabajando como enfermera, trece de ellos a cargo del área de Donantes y Extracciones del hospital Infanta Elena de Valdemoro. “Aunque sea vasca, me siento una valdemoreña más”, dice orgullosa. Está contenta, ha superado el peor año de su carrera profesional, pero hoy es su día, el Día Internacional de la Enfermería.

“Muchas veces tuvimos que abrazarnos y llorar juntas. La enfermería siempre ha sido un trabajo en equipo, ser una familia y trabajar juntos ha hecho que hayamos podido salir delante”, confiesa Gema. Miedo, estrés y ansiedad, son las palabras que utiliza esta enfermera de Valdemoro al recordar los primeros meses de la pandemia. “Era algo desconocido para todos, algo nuevo frente a lo que no sabíamos cómo enfrentarnos, pero rápidamente nos pusimos las pilas y fuimos saliendo de la situación. A lo largo de la pandemia nos hemos ido relajando todos un poco y lo hemos podido afrontar con más tranquilidad”.

“He visto cosas que nunca antes había visto. Había vivido accidentes muy trágicos, incendios. Pero nunca aquello. Enfermos que se iban y a los que teníamos que acompañar, porque éramos la única mano amiga que iban a tener a su lado. Es algo muy duro de lo que intentas desconectar, pero no puedes, te lo llevas a casa”.

Aquellos aciagos días de incertidumbre, tenían su recompensa todas las jornadas con los aplausos a las ocho de la tarde. “Todavía hoy se me pone la piel de gallina al recordarlos”, asegura Gema mientras se toca el brazo. “El reconocimiento de hoy u el que nos daban los ciudadanos con los aplausos debería ser durante todas nuestras vidas, aunque no lo necesitamos, porque amamos nuestra profesión y lo hacemos con todo el amor de nuestras entrañas”.

“Cuidados con alma”, así define Gema la profesión de enfermera. “Amo mi profesión”, declarará minutos más tarde frente a sus compañeros en el pequeño homenaje que les ha organizado la Dirección de Enfermería del hospital por su día.

Consideraros héroes hace no tanto, hoy Gema pide paciencia. “Las medidas de seguridad e higiene que tenemos que tener enlentecen el día a día en todos los sitios. Igual que tenemos que hacer cola para la carnicería, pasa en la Sanidad. Tenemos que atender muchas más cosas, las patologías que existían siguen existiendo. Ha habido saturación y vamos más lentos de lo normal. Sé que no es fácil, sé que es difícil de entender, pero tenemos que ser un poco pacientes”, declara la valdemoreña, apelando a la responsabilidad de sus paisanos.

“Vamos a salir adelante, estamos en el buen camino y llevamos un buen ritmo de vacunación. Nos queda muy poquito para ver la luz al final del túnel”, promete con confianza.


Andrea Sanz, enfermera en el centro de salud de Valdemoro.

“Las enfermeras hemos pasado de heroínas a villanas y solo somos personas”

Andrea decidió estudiar enfermería porque le gustaban mucho la anatomía y los cuidados. No tenía ningún referente en su familia, pero disfrutaba haciendo curas y luchó en selectividad por hacerlo profesionalmente.

Ahora, en un año marcado por la falta de descanso, trabaja en el centro de salud de Valdemoro. Se describe a sí misma como alguien con suerte, porque no ha pasado el coronavirus. En los peores meses de la pandemia, trabajó en salud laboral y escucho el testimonio de muchos compañeros “que sí que lo habían pasado muy mal”.

“Ha sido duro. Teníamos una mascarilla y era como ‘por dios, guárdala’. Era el miedo de pensar que no teníamos material y teníamos que enfrentarnos a un virus para luego irnos a nuestras casas con nuestros padres o hijos”.

Desde su puesto en atención primaria ha visto cómo la sanidad se ha transformado. Echa de menos el trato personal y presencial que existía antes de la pandemia, donde los pacientes se acercaban al centro a pedir un sencillo ibuprofeno. “Se ha perdido calidad, porque hay cosas que no se pueden indicar bien”, explica.

Los aplausos de la cuarentena le hicieron emocionarse en su momento. Con todo lo sucedido en estos meses, su forma de verlos ha cambiado. “No quiero que se me aplauda, si luego van a venir a insultarme. Las enfermeras hemos pasado de heroínas a villanas, y solo somos personas”, sentencia.

El de enfermera, según Andrea, es “un trabajo muy sacrificado, pero muy bonito”. No sabe decir con certeza si la pandemia ha servido para visibilizar su labor, pero lo único que espera es que se deje de ver a la enfermera como a alguien que está detrás del médico. Somos “personas muy cualificadas, cuya labor no es menor, sino complementaria”.







Fuente:
GRACIELA DÍAZ Y ESTHER A. MUÑOZ
zigzagdigital.com



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